POEMAS, CUENTOS, COMENTARIOS, SUEÑOS...
martes, junio 28, 2005
ES MARTES Y PARECE VIERNES
Yo le dije: "Estás loca" y le di un beso. Entonces desbotonó mi camisa, me quitó la camiseta, me bajó el pantalón y, cuando todo se ponía más interesante, vio mi boxer de el conejo de la suerte y comenzó a reír sin parar, hasta llegar a las lágrimas.
No supe qué hacer, ni qué decir o pensar; sólo tomé el periódico del día y me senté a leer el "Manual para canallas". En ese momento me di cuenta de que no era martes ni parecía viernes: era jueves. Quizá por eso el tiempo estaba tan loco para todos, especialmente para ella.
Cuando terminó de reír me dijo que tenía que irse ya que los domingos son días malos para andar por quién sabe qué caminos tan llenos de gente que mal haya la hora.
Yo no dije nada, sólo le ofrecí una cerveza, de esas a las que llaman oscuras sólo por el envase, la aceptó, se la tomó de un trago como buena bebedora, eructó y se fue.
Cuando cerré la puerta quité las mantas de los espejos que ella había cubierto cuando llegó y me tendí sobre mi cama que se había quedado anhelante, esperando disfrutar de la fiesta del día. Ella (mi cama) nunca supo que hay días en que los lunes parecen martes, o miércoles, no sé y que más valiera quedarse sentadito en el piso de la sala tomándose un tequila y leyendo un buen poema de Bukowski.
Hay días, sin duda...
lunes, junio 27, 2005
HAY UN NIÑO QUE ME MIRA
HAY UN NIÑO
Hay un niño que me mira
con su sonrisa de ángel
y su mirada de plata;
juega cerca de mí
y en sus carreras y gritos
mis sueños desata;
le sonrío y con los ojos le digo
que siga con sus juegos
que me recuerdan mi infancia,
y en sus zapatos me lleva
a las calles de mi pueblo,
que está muy cerca de Iguala,
en Guerrero.
Su mamita lo regaña
y le dice que es un necio,
oigo que le llaman Luis
(tiene ojos de caramelo).
Se ha metido con mis cosas
y las derrama en el suelo,
le hacen llorar y en su llanto
se vierte mi desconsuelo:
yo le envidio
y quisiera tener la mirada atenta
de mi madre
que vigilara mis juegos,
que me regañe si quiere
o que diga que soy necio.
Este niño, Luis,
me devolvió mis recuerdos
y me trajo la nostalgia
por las manos de mi madre
que está lejos,
en mi pueblo,
en compañía de mi padre
aguardando mi regreso.
A este niño le deseo
que se cumplan sus anhelos.
domingo, junio 26, 2005
DESNÚDATE EL ALMA
Desnúdate el alma,
no el cuerpo,
que algunas veces,
con cariño manifiesto,
me regalas en la cama;
no tus besos, tan frescos
y amorosos
que disipan mi nostalgia:
desnúdate el alma
y hazme saber
si de verdad me amas.
No me veas a la cara,
apaga la luz
y deja que hable tu alma;
tus tibios ojos
son guerreros
que triunfan en la batalla,
y tu boca
es cascada
que en mi oído
mil canciones me regala;
no me niegues la esperanza
de saber,
lo que dice tu corazón
cuando callas.
Desnúdate el alma
y dime con palabras
lo que dicen tus caricias
cuando estamos en la cama.
JOSÉ I. DELGADO BAHENA
jueves, junio 23, 2005
SOBRE LA AMISTAD (PARA MARÍA)
Es que me pides respuestas definitivas acerca de la amistad y pienso que todos los que opinen sobre este tema tienen razón porque, al fin y al cabo, la amistad, como el amor, tiene distintos matices.
Mira, como yo lo veo: lo que realmente vale es saber que tienes amigos. Cuando sabes que los tienes es que puedes confiar en ellos, pensar en ellos, soñar con ellos. Cuando esto no ocurrre, simplemente no tienes amigos. Así de fácil.
La manera en que se comporta uno como amigo es tan diversa como lo es el género humano. En la amistad existe distancia en la cercanía y cercanía en la distancia, razón en la locura y locura en la razón, dolor en la alegría y alegría en el dolor.
La amistad, como el amor, todo lo soporta, todo lo sufre; podrán llegar vendavales, terremotos, inundaciones y desde el silencio del derrumbe emergerá la amistad.
Yo no creo que haya amistad verdadera y amistad falsa (porque he escuchado que dicen: "cuando la amistad es verdadera..."). Simplemente se es o no se es. Si en algún momento nos confundimos y llamamos amigo a quien no lo era, reconozcamos el error y no sigamos regando las rosas con el agua salada de la desconfianza, de los reclamos, de las indirectas y habladurías que sólo ensombrecen nuestro transitar por la vida.
Finalmente, como sé que no he contestado a tus preguntas tan precisas con estas ideas tan vagas, sólo te agrego que, como me ha ido en la vida con amistades valiosísimas como la tuya te diré que la amistad es generosidad, paciencia, tolerancia, comprensión, apoyo, consejo, reflexión, compañía, confianza, permanencia, respeto, alegría y vida. Sin embargo, como la amistad es de humanos y no de máquinas programadas con estas emociones (qué bueno), hay que aceptar el desinterés de algunos para fortalecer estos lazos día con día y valorar que, alguna mañana, desde una nube (la más insignificante que te puedas imaginar) nos hagan llover en las gotas de una leve llovizna, el fresco recuerdo de su sonrisa que nos diga: "¡Aquí estoy, amigo, sabes que puedes contar conmigo!"
Te saludo y te deseo lo mejor.
Te quiere: JOSÉ I. DELGADO BAHENA
martes, junio 21, 2005
OTRO POEMA DEL LIBRO "MALDITAS PALABRAS"
Te quiero como el otoño a la luna,
como la barca al remo,
como el llanto a su recuerdo.
Te quiero y te pienso
con tu voz rebelde
desafiando al tiempo,
con tus ojos luminosos
llenos de luceros,
con tu boca ansiosa
y con el temblor ardiente
de tu cuerpo.
Te quiero como el paso al caminante,
como el pez a su pecera,
como la tormenta al trueno.
Te quiero así, como eres:
dolor de los domingos,
agua del sediento,
levedad del sueño.
No sé por qué,
ni cómo, ni cuánto;
pero, inexplicablemente,
definitivamente,te quiero.
lunes, junio 20, 2005
PARA NANCY, MI HIJA
Y creo que es la mejor oportunidad ya que te encuentras en una etapa crucial de tu vida: elegir qué carrera estudiarás para que te veas realizada profesionalmente. Por mi parte, no lo olvides: tienes todo mi apoyo en lo que tú decidas porque, como te he dicho otras veces, tú serás quien, en el futuro, enfrente los resultados de tus decisiones.
Sé que quieres ser maestra y me llena de orgullo porque todos, en la familia, al ser parte de este gremio, hemos tratado de ser responsables y hacer de nuestra profesión algo digno.
Podría contarte muchas anécdotas, ponerte ejemplos y darte muchos consejos; sin embargo, me limitaré a prevenirte que, para lograr las satisfacciones que todos buscamos en lo que hacemos, debes hablar a los niños con la voz del corazón y esforzarte con honestidad por hacer que aprendan a valorar todo lo que les rodea, a ser parte importante de la sociedad de su tiempo y a crecer persiguiendo sueños.
Cuando ellos crean en ti, porque sepan que ellos son parte de tu sueño, encontrarás recipientes anhelantes por recibir de tu boca la primera palabra del día que les bañará de luz la oscuridad de sus vidas.
Te regalo otra vez el poema que ya tienes en el libro que publiqué, con el propósito de que redescubras la intención de mis palabras.
"...tú sabrás qué letra, qué palabra,
qué invocación, qué misterio,
qué lamento le escribirás
al libro
que hoy tienes en tu corazón,
para ser escrito,
abierto."
domingo, junio 19, 2005
DÍA DEL PADRE
ABRE TU CORAZÓN
Abre tu corazón,
padre,
ante mi sed
de la palabra añeja,
en el reloj
del tiempo que no pasa,
en el misterio
de mis lágrimas hirvientes
que se repiten,
y en mi plegaria que te nombra:
luz, maíz,
campo, río,
tierra sembrada de ilusiones,
piel esculpida en bronce antiguo.
Abre tu corazón,
cálido y bueno,
hoy que tu paso
respeta las formas del camino,
hoy que tu mirada
rescata el verso
del poema dormido,
abre tu corazón,
padre mío
y derrama, generoso,
la sonrisa franca
que disfruté de niño.
Abre tu corazón
y dame paz
con tu voz tranquila
y tu pecho dolorido.
sábado, junio 18, 2005
POEMAS DEL LIBRO "MALDITAS PALABRAS"
No sé que es, en la vida, más cruel que el olvido. Cuando, en la distancia, el viento nos trae las imágenes, los recuerdos, las palabras de la persona a la que un día creímos amar, y nos duelen; nos rasgan las noches de soledad, y nos duelen; nos llueven en los ríos salados que, en la nostalgia, nos brotan de los ojos, y nos duelen...pero, cuando el amor ya no duele, entonces...comienza el olvido.
AYER
Ayer tuve tus manos,
como palomas: suaves,
entre las mías encendidas;
también tuve tus ojos,
húmedos de luz,
escurriendo lloviznas,
en mi pecho tuve tu nostalgia comprimida;
a veces eras tristeza,
a veces alegría.
Hoy no tengo ni tu nombre
porque,
poco a poco,
se me olvida.
LAS COSAS COTIDIANAS
Estoy en la calle,
con sus mil rostros en los que veo:
paz, angustia, ansias y temores,
alegrías, risas, lágrimas,
esperanzas y melancolías.
Es la calle:
los disturbios, los amigos,
los encuentros,
los adioses,
cristales rotos,
árboles caídos,
mujeres con tres meses de embarazo,
hombres con sonrisas sospechosas;
lunes sin domingo,
camisas sin cuerpos,
relojes sin horarios
donde cabalgue el minutero;
un funeral, tres cirios, una viuda,
un ave canta,
ladra un perro,
¡al ladrón!,
¡al ladrón!,
grita un gendarme,
y yo,
sentado en la placita,
observo todo,
haciéndome un disfraz
para olvidarte.
PARA OLVIDARTE MÁS
Para olvidarte más me falta olvido
y escribo una poesía
sentado en estas pobres, solitarias,
tablas de mi piso;
ayer estuve enfermo de olvidarte
y me puse a recordar
las tardes veraniegas,
los dos juntos,
soñando con ser plumas,
jugando a ser aviones en el aire detenidos.
Después, cuando,
cansado de pensarte
y no encontrar razones
para dejar así,
de pronto, de olvidarte,
dejé pasar la nube turbia
que me trajo el recuerdo de tu olvido
y, con las letras de tu nombre,
compuse una canción de despedida
para este amor de agua
que por ti sentí
y que ahora llueve
en el terreno seco del olvido.
lunes, junio 13, 2005
PARA MI HERMANO ANTONIO POR SU CUMPLE
La noche era fría, silenciosa. Tal era el silencio que nuestra respiración rasgaba la quietud del pueblo. Éramos mi hermano Antonio y yo. Él de once años y yo de trece. Caminábamos por esas calles sin pavimento, rústicas, deslavadas por las recientes lluvias, disparejas, como eran las calles de los pueblos de Guerrero.
Íbamos tomados de nuestras manos sudorosas, por los nervios, temblando más de miedo que de frío.
Regresábamos después de estar con nuestra madre en la casa de la tía Rosa, acompañándola por la muerte de nuestra prima Inés, de tres años.
Mientras las mujeres rezaban y lloraban en el interior de la casita de palma de la tía, los hombres, afuera, en el patio, haciendo círculo alrededor de un candil de lata que quemaba petróleo, contaban historias de aparecidos, de muertos, de espantos. Y nosotros, junto a ellos, escuchándolos y llenándonos el cuerpo con los temblores de sus anécdotas: “Que si la llorona, que si la carreta era jalada por un caballo negro, que si el caballo negro salía a media noche, que si la abuelita que te pedía una moneda y luego desaparecía, que si por el camino del panteón se veía una luz que bajaba hacia el pueblo, que si los perros aullaban, que si el tecolote cantaba...”
El sueño nos vencía y el temor era enorme como para seguir escuchando los cuentos de los hombres. Pedimos permiso a nuestra madre para retirarnos a nuestra casa y entramos al mar negro de esa noche quieta, sin viento. El reloj de la iglesia del pueblo anunciaba las once.
El miedo apretaba nuestros corazones y más nos apretábamos las manos al caminar sin hablar, pero adivinándonos el pensamiento que nos sugería regresar a la casa de la tía Rosa. Pero caminábamos, tanteando el camino con nuestros huaraches, viéndonos en nuestros rostros tan sólo un leve brillo en los ojos llenos de miedo.
En la espesura de la noche mil sombras se movían, mil espectros salían y, amenazantes, se acercaban, bajaban desde ese cielo sin luna, cubierto por gruesas nubes.
Casi llegábamos a nuestra casa, estábamos a una cuadra, cuando, a lo lejos, muy cerca del corral de la casa, justo en la esquina, pudimos ver un bulto blanco que, con movimientos agresivos, se dirigía a nuestro encuentro. Nuestras manos se apretaron aún más y nuestros corazones interrumpieron el silencio y empezaron a golpear los pechos como queriendo romperlos.
Sin hablar, como impactados por un rayo, nos movimos y echamos a correr por el otro lado de la cuadra. Corríamos a ciegas, sin ver el camino, unas veces tropezando y otras chapoteando en el agua encharcada de las lluvias. Corríamos casi con las puntas de los pies para no hacer ruido. Un perro que salió, no sé de dónde, casi nos muerde. Las manos doloridas por los apretones, sin soltarlas. Corríamos con el alma por delante, sin voltear, al sentirnos perseguidos por el más horrendo de los aparecidos. Corríamos… y al llegar a la otra esquina del corral de nuestra casa, nos topamos de lleno con aquel bulto blanco.
El miedo nos paralizó y, al quedarnos quietos, pudimos sentir en nuestras caras sudorosas el resoplido de la vaca blanca de don Remigio que había salido a comer algunas hierbas, en aquella noche en que, para nosotros, fue la más espantosa de nuestra niñez.
JOSÉ I. DELGADO BAHENA
MIESTERIOS
MISTERIOS
Mira que te escribo
ahora que te has ido,
después de lloviznar,
con mis caricias,
en el terreno fértil de tu cuerpo,
después de que el deseo mordiera,
bravamente, el silencio.
Te escribo, a media noche,
sin volver al ayer,
sin pensar en mañana;
como paralizando el miedo
de que todo sea sólo un sueño.
Pero te escribo con mi carne
sobornada por tu lengua y tu mirada,
por tus manos tibias,
por tus palabras
que me embarras en la cara.
Te escribo ahora
cuando estás ausente
de mis brazos,
de mis manos y de mis dedos
que descubrieron tu misterio.
Te escribo callado
después de tantos ruegos
para que no te fueras,
para que te quedaras
a llorar conmigo
encerrados en el apartamento.
Pero te fuiste
y te llevaste la luna fría
que nos ha cobijado,
durante noventa días,
coronando secretos.
Y llegarás mañana
trayendo la luz de tus ojos
que tanto quiero,
y me abrazarás,
y te besaré,
y volverás a ser misterio,
sólo misterio.
domingo, junio 12, 2005
GRUPO DE POETAS TRANSGRESIÓN
sábado, junio 11, 2005
¡VAYA SUSTO!
Todos, como taxistas o como cualquier otro ciudadano, vivimos, en la actualidad muy nerviosos y siempre alertas por el clima de inseguridad que se vive en muchas partes del país. Claro, nosotros desconfiamos de algunos posibles clientes cuando, en la calle, nos piden el servicio y si vemos que, por su aspecto, nos hace sospechar alguna persona que podría ser algún asaltante mejor no la subimos.
Sin embargo, el sábado pasado, en este mes de mayo, época de intensos calores en Iguala y que, además, aún no completaba para pagarle lo de la cuenta al dueño del taxi, eran cerca de las once de la noche cuando, en la esquina de una de las calles del centro de la ciudad, tres individuos me hicieron la señal de que me detuviera. Lo hice y antes de que subieran les pregunté a dónde querían que los llevara. Uno de ellos, el que parecía de mayor edad: como de cuarenta años (los otros proyectaban entre veinte y treinta), me dijo que al Fovissste, una colonia que está por la salida para Taxco.
Abrí la puerta y subieron, los otros dos atrás y el que había hablado, adelande, conmigo. De inmediato advertí que iban con aliento alcohólico. Como ya no podía bajarlos tuve que arriesgarme y arranqué hacia donde me habían indicado.
Ya, en el camino, los de atrás discutían en voz baja por algo que yo no alcanzaba a oír y, el de adelante inmediatamente subió el vidrio de su ventanilla, a pesar del calor, y cada vez que pasábamos cerca de alguna lámpara volteaba la cara como queriendo ocultarla.
Si de por sí, como ya dije, siempre andamos con los nervios de punta, con esas actitudes mi corazón saltaba dentro de mi pecho como un conejo encerrado en un elevador (quién sabe si una vez algún conejo haya estado encerrado en un elevador, pero así me lo imaginé).
Para sentirme un poco protegido y, además, como parte de la obligación que todos los taxistas tenemos con la Organización, me reporté por el radio indicando el destino de mi viaje, informando con la clave que todos conocemos, la calidad de sospechosos que llevaba como clientes para que estuvieran al pendiente. El de adelante me preguntó que por qué lo hacía y le contesté que de no hacerlo me arriesgaba a que me multaran, como parte de las sanciones que habíamos acordado en asamblea del gremio.
No dijo más; se limitó a expresar un sonido gutural como ¡mj!
Entonces, uno de los de atrás, viendo que estábamos a punto de llegar, sugirió que mejor nos siguiéramos hasta un poblado conocido como "Puente González", en la orilla de la ciudad. El de adelante dijo que sí, nos siguiéramos pero, como a veinte metros, dijo que mejor nos desviáramos sobre un camino de terracería que estaba adelante.
Mientras tanto yo trataba de comunicarme con la base que coordina el servicio o con algunos de los compañeros taxistas, sin lograrlo: los canales estaban ocupados y por más que lo intentaba no podía hacerlo. De cualquier manera yo enviaba mensajes ficticios, esperando que los individuos entendieran que no iba solo.
Debo confesar que, a esas alturas, ya no tenía dudas sobre las intenciones de los hombres y el miedo que yo sentía me dio el valor para tomar una decisión. Antes de llegar a la desviación que me había indicado el de adelante pasamos por un terreno en el que han construido dos o tres casitas y, afuera de ellas, se veían dos señoras y un anciano. Detuve el carro justo junto a esas tres personas y como si se hubieran puesto de acuerdo, mis tres pasajeros voltearon sus caras ocultándose y, al mismo tiempo preguntándome el por qué me detenía.
Les dije que no podía ir más adelante porque me había desviado de mi ruta original; la que les había informado a los de la base y que, si seguía, podrían suspenderme de mis derechos hasta por una año. Todavía protestaron pero, al verme firme en la decisión y yo, armado con el valor que me regalaban las dos mujeres y el hombre de edad avanzada, que se encontraban en la calle observando todo, les dije que, por favor, bajaran y me pagaran el servicio.
Uno de ellos, de los de atrás, agregó algo como: "Los siento por las viejas". Yo entendí que se refería a las mujeres paradas cerca del taxi, pero el que iba adelante, ya abajo, les dijo: "Ni modo güeyes ora no se les hizo a sus viejas". El otro que venía atrás concluyó: "¿Ya qué?, siquiera vámonos a La curva a ver a la Malena".
El que iba adelante me pagó, cerré la puerta y me di la vuelta regresando a la ciudad, en donde había dejado mi alma tirada en el pavimento y, en ese momento, me acordé del pobre conejo y lo dejé salir del elevador.
ESTE CUENTO LO DEDICO A MI AMIGO EL POETA, PROFR. Y TAXISTA, FERNANDO ANTÚNEZ, POR HABERME REGALADO EL TEMA.
jueves, junio 09, 2005
LA SUBASTA
mis ojos y mi lengua,
mis raíces y mis huesos.
Ya regalé mis manos,
mis nostalgias,
mi llanto,
mis desvelos.
Todo, al mejor postor,
lo he vendido:
mis pasos y mis huellas,
mi estómago,
mi sexo;
todo cuanto soy y he sido,
lo entrego:
mis oídos sordos,
mi garganta muda,
mis cantos, mis anhelos.
No me queda mucho
y habré de repartir
todo lo que tengo:
el perro que no tuve,
la mujer ajena,
el ánimo:
desnudo voy y vengo.
Estoy por subastar lo último que queda:
desde mis uñas
hasta mis puertas,
el ruido.
las ventanas,
el sol que me calienta,
el cielo.
Dicho está:
¡Sálvese quien pueda!,
al fin al cabo
tengo mi corazón
(un poco maltratado)
pero,
¡con él me quedo!
Con afecto y con respeto para la Dra. Angélica Alcalá, quien se ocupa de las necesidades de salud para mi cuerpo, como nadie se ocupa de las necesidades de mi alma.
Gracias por todas sus atenciones.
miércoles, junio 08, 2005
GRACIAS MARÍA
¡Hola, amigo! Sabes, me da risa por ser tan torpe y dejarme llevar por la palabra escrita, hasta parezco novata, como si nunca hubiera leído nada en mi vida. Sí es verdad, me dejé llevar por las emociones y me olvidé del escritor, pero de pronto lo tomé como personal y sentí feo que hablaras de la muerte y olvidé que los autores pueden hablar de lo que sea, sin que esto tenga que ser realidad, pero bueno, qué quieres, me preocupas y eso fue lo que ganó en ese momento. Ya ahora analizando, creo que debo pedirte una disculpa. Pero tú mismo te das cuenta de lo frágiles que somos todos ante la palabra MUERTE, y lo digo por Gibrán que también le pasó lo mismo. En fin tú sigue escribiendo y a veces no nos hagas caso, porque en ese momento lo que está pasando son emociones y los autores no siempre deben tomar en cuenta las emociones de otros, las únicas que cuentan son las tuyas al escribir y al ponerle ese sabor a tus escritos. Muchos autores han hablado de la muerte y no por eso estaban muertos. En fin, pido disculpas y trataré de que en próximos textos tuyos no me gane la ignorancia y no me asuste por nada. Recibe como siempre todo mi cariño: María de Jesús.
Aprovecho para escribir unas líneas dedicadas para dos amigos que eran muy próximos y últimamente se han quedado lejanos y los extraño. Ellos saben a quienes me refiero y espero que, al entrar en mi página, recuerden que será muy difícil que salgan de mi corazón.
ELLA Y ÉL
Ella y él son muy amigos:
luna y sol
de sueños compartidos,
su universo,
que en un tiempo hicieron mío,
se expande en la distancia
de sus mágicos destinos.
Constelación D, sus palabras
son racimos
de canciones que se entonan
transitando los caminos;
Constelación Z, es reflejo
en el espejo
de un anhelo sostenido.
Ellos dos son muy amigos:
mar y arena,
viento y nube,
agua y río.
Los extraña mi mirada
y los buscan mis sentidos.
Con afecto y con respeto; dedicándoles, desde luego, un bonito recuerdo.
martes, junio 07, 2005
LEER A SARAMAGO
José I. Delgado Bahena
Para leer a Saramago (Portugués, Premio Nobel de Literatura) e internarse en sus textos y en su vasta obra, es necesario incrustarse en la psicología de sus personajes; arroparse en las palabras lúcidas o ciegas de su atrevimiento y luchar por el amor de Magdalena para arrebatárselo al Jesucristo hombre de su Evangelio, o, en la Caverna de la vida, con los ojos inundados de esperanzas, fabricar con artesanas manos, al lado de Cipriano Algor, la última ilusión que nos haga mantenernos de pie sobre las adversidades.
Quien se atreva a leerlo deberá llegar prevenido con sus interrogaciones y sus pausas, con sus emociones despiertas y con su espada desenfundada para enfrentarse consigo mismo, en una multiplicación de los sentimientos que aflorarán, entre la bruma del descubrimiento de su doble personalidad, en El hombre duplicado.
No hay de otra: el lector deberá ser la mujer del médico de El ensayo sobre la ceguera para guiar sus torpes pasos desde las líneas de la novela hasta su mismo transitar por la soledad de su existir.
Saramago se mueve, a sus ochenta y tantos años, con tanta liviandad, que asombra a los académicos con su estilo, que es su mejor arma para mantenerse en equilibrio constante entre la humildad y la soberbia.
Sólo después de leerlo podemos sentir el reflejo de la luz en el espejo que nos retrata el alma, y con la palabra desnuda, deslizándose desde nuestras conciencias, podemos declarar con el eco de su voz: “Nacemos, y en ese momento es como si hubiéramos firmado un pacto para toda la vida, pero puede llegar el día en que nos preguntemos Quién ha firmado esto por mí.”(Ensayo sobre la lucidez, Alfaguara, p.373).
domingo, junio 05, 2005
OJOS DE PERRO
No sé; pero, al escucharle sentía como si su voz regresara desde sus dientes y luego se transformara en las imágenes que me describía.
"Siempre que voy a la casa de mi novia, veo a su abuelito, que está muerto -me dijo- y cuando presiento que algo me va a pasar se me pone la piel de gallina y me mareo".
Estábamos sentados en la sala de mi casa, platicando, mientras en la tele jugaban México en contra de Guatemala.
-Ahora, ¿no has sentido lo mismo? -le pregunté-.
-"Sí, por eso le digo" -me contestó-.
Su voz temblaba, pero me contó que desde pequeño le han ocurrido cosas inexplicables y que su papá tiene el mismo don, de manera que parecía algo hereditario.
Afuera, los grandes árboles que sembré en el patio se agitaban haciendo gran ruido por el fuerte viento que soplaba. Eran las diez de la noche.
-"Veo a los muertos" -dijo, con una luz parpadeante brillándole los ojos-.
Y le dije, en broma: -¿Ya te crees el del sexto sentido?, ¿sabías que ese don se les atribuye a los perros?
No me contestó. En ese momento entró mi hija (son amigos y compañeros del colegio). Ella, al verlo, lo abrazó emocionada. Sentí celos. Siempre me saludaba primero y me daba un beso. Él también se extrañó cuando vio que mi hija lloraba y le decía:
-¡Qué bueno que viniste a acompañarme! ¡Mi papá está muerto! ¡El autobús en el que venía se accidentó y todos murieron, ya no tardan en llegar con el cuerpo!´
Gibrán volteó a verme, con los ojos llorosos brillándole más aún, mientras con una mano se esforzaba por hacerse desaparecer, de uno de sus brazos, la piel de gallina que se dibujaba en su cuerpo.
Este cuento lo dedico para mi cuate Gibran Sotelo Moyano´quien, con su plática me inspiró lo que en él narro. Gracias. Espero que te guste cuate.
sábado, junio 04, 2005
LA VIDA NO ESTÁ LLENA DE FRACASOS
ni de tormentas,
de penas o amarguras;
está llena de hombres y de mujeres
que trazan y caminan rutas,
construyen, sueñan y esperan.
La vida, lo que los libros definen como vida,
no es para estar sentados tirando
piedras en el estanque del dolor ajeno,
o despertarse, abrir un ojo
para observar el mundo
y cerrarlo con horror y pesadumbre;
es para abrir los brazos,
extender las manos
(a veces, cerrar los puños),
levantar la cara
para recibir los aguijones del buen dios,
quitar escombros
y ascender por la pendiente
con atrevimiento.
No hay otra vida que ésta:
la que te fue prestada
y que no sabes cuándo,
ni en qué momento,
te llegará el reclamo
para su devolución.
Entonces, ¿para qué seguir
con letanías cargadas de lamentos?,
¿para qué la guerra,
las heridas?,
¿para qué soltar los perros?
La vida es esto: ideas, luchas, decisiones,
riesgos.
Tú, Jahén, ya los tomaste,
¡ánimo!
Estas líneas van dedicadas, por supuesto para mi sobrino quien, en estos días, ha tenido que tomar algunas decisiones en su afán por ser, en el futuro, un buen médico. Me gustan, chiluco, y creo que, por eso, te considero un buen "premédico". Te felicito por atreverte a correr riesgos que parecen fracasos y porque te noto firme en tus convicciones. Me siento orgulloso de ti.