miércoles, junio 08, 2005

GRACIAS MARÍA

Perdón por publicar, nuevamente, un mensaje de mi amiga María, pero debo hacerlo ya que se mostró muy preocupada de que en mi cuento hablara de mi muerte y, bueno, le aclaré que en ocasiones el narrador también es personaje, de manera que quien habla de su muerte es el narrador que participa como personaje del cuento que me inspiró mi cuate Gibrán y no yo, como autor. Ya me metí en un laberinto. Mejor dejo que sea ella quien hable por mí.
¡Hola, amigo! Sabes, me da risa por ser tan torpe y dejarme llevar por la palabra escrita, hasta parezco novata, como si nunca hubiera leído nada en mi vida. Sí es verdad, me dejé llevar por las emociones y me olvidé del escritor, pero de pronto lo tomé como personal y sentí feo que hablaras de la muerte y olvidé que los autores pueden hablar de lo que sea, sin que esto tenga que ser realidad, pero bueno, qué quieres, me preocupas y eso fue lo que ganó en ese momento. Ya ahora analizando, creo que debo pedirte una disculpa. Pero tú mismo te das cuenta de lo frágiles que somos todos ante la palabra MUERTE, y lo digo por Gibrán que también le pasó lo mismo. En fin tú sigue escribiendo y a veces no nos hagas caso, porque en ese momento lo que está pasando son emociones y los autores no siempre deben tomar en cuenta las emociones de otros, las únicas que cuentan son las tuyas al escribir y al ponerle ese sabor a tus escritos. Muchos autores han hablado de la muerte y no por eso estaban muertos. En fin, pido disculpas y trataré de que en próximos textos tuyos no me gane la ignorancia y no me asuste por nada. Recibe como siempre todo mi cariño: María de Jesús.

Aprovecho para escribir unas líneas dedicadas para dos amigos que eran muy próximos y últimamente se han quedado lejanos y los extraño. Ellos saben a quienes me refiero y espero que, al entrar en mi página, recuerden que será muy difícil que salgan de mi corazón.

ELLA Y ÉL

Ella y él son muy amigos:
luna y sol
de sueños compartidos,
su universo,
que en un tiempo hicieron mío,
se expande en la distancia
de sus mágicos destinos.
Constelación D, sus palabras
son racimos
de canciones que se entonan
transitando los caminos;
Constelación Z, es reflejo
en el espejo
de un anhelo sostenido.
Ellos dos son muy amigos:
mar y arena,
viento y nube,
agua y río.
Los extraña mi mirada
y los buscan mis sentidos.

Con afecto y con respeto; dedicándoles, desde luego, un bonito recuerdo.

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