jueves, octubre 27, 2011

MANUAL PARA PERVERSOS

Escape

José I. Delgado Bahena


La tarde en que murió Karina, ahogada en las turbias aguas de la laguna de Tuxpan, ella y sus amigos, compañeros todos de una escuela del nivel de preparatoria de la ciudad, habían decidido “volarse” las dos últimas horas de clases; por eso, ya en la calle, organizados por Alexander, quien era el único que tenía auto, decidieron hacer la “coperacha” para comprar cervezas y botanas en el OXXO de la Estrella de Oro y de ahí partir rumbo a Tuxpan.
Karina y Manuel se acomodaron en el asiento delantero, a un lado de Alexander, y en el de atrás iban: Marcos, Tania, Inés y el “colado” de Jesús.
Karina era novia de Manuel, Tania de Alexander e Inés de Marcos, de manera que Jesús iba de “soltero” y durante el trayecto para llegar a la laguna fue el blanco de las bromas y burlas de sus compañeros.
−A este güey le vamos a conseguir una tuxpeñita para que no esté molestando –dijo Alexander refiriéndose a Jesús.
−Ya déjenlo en paz –lo defendió Tania−, si venimos a convivir los siete juntos no es para que se burlen de él.
−Ok –dijo Marcos−, no te enojes Tania, que se me hace que le quieres poner el cue Sin desanimarse, bajaron las cervezas y las botanas y buscaron un lugar cerca del agua donde ubicarse para convivir como lo habían planeado.
Aún con el espacio limitado, se acomodaron por parejas sobre unas piedras, destaparon más cervezas y abrieron las bolsas de frituras. Una hora después, Jesús decidió quitarse la ropa y, en bóxer, se metió al agua alborotada. Alexander y Marcos, después de terminarse sus cervezas, lo imitaron y se zambulleron para nadar un rato junto a su amigo.
Inés y Tania, con el pretexto de buscar un baño en un restaurante cercano, se alejaron caminando con paso B font-size: large;">−Nomás preguntaba, no te enojes.
No hubo tiempo para más diálogos; en ese momento Alexander estacionaba el “vochito” en la orilla de la carretera y, al descender, junto al muelle, observaron todos que el agua estaba muy arriba de su nivel, por la temporada de lluvias que recién había pasado. Sin desanimarse, bajaron las cervezas y las botanas y buscaron un lugar cerca del agua donde ubicarse para convivir como lo habían planeado.
Aún con el espacio limitado, se acomodaron por parejas sobre unas piedras, destaparon más cervezas y abrieron las bolsas de frituras. Una hora después, Jesús decidió quitarse la ropa y, en bóxer, se metió al agua alborotada. Alexander y Marcos, después de terminarse sus cervezas, lo imitaron y se zambulleron para nadar un rato junto a su amigo.
Inés y Tania, con el pretexto de buscar un baño en un restaurante cercano, se alejaron caminando con paso inseguro por las cervezas que habían tomado. Discretamente, Manuel tomó la mano de Karina y la llevó hasta donde asomaban unos muros de la construcción de lo que antes fue el muelle en esa parte de la laguna.
−¿Cómo le vamos a hacer? –le preguntó Karina a Manuel, sentados sobre una pequeña loza de cemento que unía las columnas del muelle.
−No sé –contestó él moviendo los pies dentro del agua para ahuyentar a algunos charales que le mordisqueaban los dedos. Estamos muy chavos y pues… si les salgo con esto a mi mamá me mata.
−¿Y qué crees que diría mi papá? Desde que me enteré, no soy capaz de mirarle a los ojos –dijo con tono lloroso Karina−. ¡Tanto que me advirtió que no le fuera a fallar, para que yo le salga con mi domingo siete!
−Pues sí, pero te gustó, ¿no? –le preguntó él con una sonrisa burlona que apuñaló el corazón de ella. No contestó, levantó la vista hacia el claro cielodo supuso que nada se podía hacer por ella, llamó con gritos a sus amigos para que le ayudaran a sacarla.
Los primeros auxilios que le prodigaron a Karina fueron inútiles. El forense que le realizó la autopsia notificó a los padres que la muchacha tenía un embarazo de aproximadamente dos meses. Las autoridades determinaron libertad incondicional para todos los amigos por considerar como accidente el deceso de Karina.


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miércoles, octubre 26, 2011