Estoy a punto de subastar
mis ojos y mi lengua,
mis raíces y mis huesos.
Ya regalé mis manos,
mis nostalgias,
mi llanto,
mis desvelos.
Todo, al mejor postor,
lo he vendido:
mis pasos y mis huellas,
mi estómago,
mi sexo;
todo cuanto soy y he sido,
lo entrego:
mis oídos sordos,
mi garganta muda,
mis cantos, mis anhelos.
No me queda mucho
y habré de repartir
todo lo que tengo:
el perro que no tuve,
la mujer ajena,
el ánimo:
desnudo voy y vengo.
Estoy por subastar lo último que queda:
desde mis uñas
hasta mis puertas,
el ruido.
las ventanas,
el sol que me calienta,
el cielo.
Dicho está:
¡Sálvese quien pueda!,
al fin al cabo
tengo mi corazón
(un poco maltratado)
pero,
¡con él me quedo!
Con afecto y con respeto para la Dra. Angélica Alcalá, quien se ocupa de las necesidades de salud para mi cuerpo, como nadie se ocupa de las necesidades de mi alma.
Gracias por todas sus atenciones.
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