miércoles, junio 02, 2010

MANUAL PARA PERVERSOS

“A LOS TRECE AÑOS”

José I. Delgado Bahena

A los trece años conoció a Santa y por medio de ella supo lo que era tener entre sus brazos a una mujer. Estaban solos. Él había pasado, a la salida de la secundaria, a visitar a su primo Érick quien tenía una tienda de ropa y le había pedido que se quedara un rato a cuidarla. Allí vendían playeras y botes de pintura para los graffiteros y en ocasiones, como esa, Érick le pedía que se quedara en el negocio mientras iba a pintar algún mural o a pasear con su novia.
Eran las dos de la tarde cuando llegó Santa buscando a Érick.
−No está−, le dijo él.
−¿Puedo esperarlo? Es que me da flojera ir a mi casa y regresar.
−Como gustes –le respondió Johnny desde el mostrador.
Los primeros minutos los pasaron en silencio; él leyendo una revista sobre bandas de rock, ella observando las playeras y vaciando su mirada sobre la calle.
−¿Quieres leer? –ofreció él extendiéndole la revista.
−Sí, gracias –aceptó Santa tomándola y al mismo tiempo apretándole dos dedos en una clara señal de provocación.
“Tú sabes cómo te deseo…”, comenzó a sonar la canción de Maná en la grabadora que él había encendido.
−¿Te gusta esa música? –le preguntó Santa acercándose al mostrador.
−Sí, ¿por qué?
−No, por nada. ¿Cuántos años tienes? –le dijo tomando con su mano izquierda la mano de él y rozándole los labios con las yemas de los dedos de su otra mano.
−Trece –respondió tembloroso.
−¿Y… tienes novia?
−No… −fue su respuesta, entrecortada por la respiración agitada que salía entre borbollones de su pecho.
−Ah, ¿y, cómo te llamas? Eres muy guapo, ¿sabes?
−Gracias. Me llamo Johnny. Tú eres muy bonita.
−¿Me dejas darte un beso? –dijo Santa inclinándose sobre el mostrador y rozando los labios de Johnny.
−¿Cuántos años tienes? –preguntó ingenuo.
−Diecisiete –respondió Santa con una leve sonrisa y pasando al otro lado del mostrador−, pero no se le pregunta la edad a ninguna mujer…
Él no dijo más. Los labios de ella se apretaban contra los suyos y le introducía su lengua recorriendo su paladar y sus dientes. Rodeó, con sus adolescentes manos cargadas de ansiedad, la cintura de ella y la atrajo hacia sí con tal fuerza que le hizo sentir, en una de sus piernas, la dureza de su excitación que amenazaba con romper la tela del pantalón de su uniforme de secundaria.
−¿Por qué no cierras la tienda? –le insinuó Santa mientras le mordía el cuello y con sus manos le apretaba los glúteos.
Johnny no contestó. Quitó las manos de ella de su trasero y en dos zancadas llegó a la entrada de la tienda para bajar la cortina que servía de puerta y protección del negocio. Luego, sin esperar instrucciones, con un ingenio que se desconocía, acomodó unos cartones, en los que Érick guardaba la ropa, en el caliente piso de la tienda.
Santa se recostó sobre la improvisada cama y desabotonó su ligera blusa que apenas si le cubría sus prominentes pechos. Johnny se bajó el pantalón hasta las rodillas y se recostó junto a ella. Fue Santa la de la iniciativa, la que rodeó por el cuello el cuerpo de él y lo atrajo para besarlo apasionadamente al mismo tiempo que depositaba un condón en la palma de la mano derecha de él.
El impulso fue el esperado, la reacción justa a ese llamado fue la respuesta de Johnny quien, con torpeza pero guiado por el deseo desatado, dejó libres sus manos para que hicieran su labor y guiaran su pasión en la entrega sin límites, sin reservas, para el desahogo sexual en la primera vez que regalaba, con el cuerpo bañado en sudor, los explosivos coleópteros contenidos en la vasija de su adolescencia.
En el reposo, mientras ambos acomodaban sus emociones y los fluidos sanguíneos recuperaban el ritmo normal para la supervivencia de los cuerpos, Johnny se atrevió a hacer una pregunta:
−¿Cómo te llamas?
−Santa –respondió ella incorporándose, arreglándose la falda y abotonándose la blusa−, pero tú puedes llamarme como gustes.
−Gracias –dijo él, cerrando el cinturón de su pantalón y con ello el sublime momento de su primera vez en su andar por los caminos del erotismo.
Escríbeme a:
jose_delgado9@hotmail.com

2 comentarios:

Nimeni dijo...

Me enamoré de sus historias, el motivo fué de leer una, me encanto, y no pude dejar las otras, me quede en la noche con su idílico blog, quería preguntarle si en Perú ya esta su libro, para inmediatamente comprarlo, cuidese y siga escribiendo.
Una seguidora más
Nimeni

Nimeni dijo...

Ayer casualmente visité su página, y me quede fascinda por sus escritos, drana, queria preguntarle si en Perú ya llego su libro para ir a la libreria y comprarlo inmediatamente, sin pensarlo.
Una seguridora mas.
Nimeni