martes, noviembre 27, 2007

MI PADRE FUE SAXOFONISTA



Mi padre fue saxofonista;
era un buen músico,
siempre nos hablaba de las negras

y de las blancas,
las redondas y las corcheas,
y sabía de sus valores.

Un mal día guardó su instrumento
en una caja rústica
y empezó a silbarle al viento.

Igual: era buen músico,
estaba en sintonía con su naturaleza;
el compás y los silencios
le daban ritmo a su taciturna vida.

Un día le dije:
“enséñame a tocar tu sax”.

Entonces, sus ojos, grises y opacos,
destellaron
y un sol se le estampó en la frente.

Desempolvó la caja
donde guardaba el sax, ya viejo,
lo limpió, lo pulió con gran esmero
y lo puso entre mis manos con las suyas,

temblorosas.

Fue como una magia:
mis dedos y mi boca se acoplaron,
mis pulmones se incendiaron

y las notas, valientes, se atrevieron;
la casa, toda, se hizo regocijo.

Mi madre se acercó,
curiosa, a preguntarme:
“Pero, ¿quién te enseñó?”, me dijo.

“Mi padre”, contesté volteando a verlo.

Por sus mejillas resbalaban
dos gotas de rocío.


SIN COMENTARIOS...(PERDÓN)

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