martes, junio 13, 2006

EPISTOLARIO III


TERCERA JORNADA
13 de junio
Hoy me siento agradecido por todo lo que contigo he vivido. Y sé que es tonto, que debía aborrecerte por lo poquito que me quieres a cambio de lo mucho que te he amado. Pero te agradezco. Nunca me engañaste. Siempre supe que nuestra historia no tendría un final feliz, aunque muchas veces tratamos de ganarle la jugada al destino y nos creímos el sapo y la rana del cuento de hadas.
Ya ves: hoy me dices que me amas y que quieres estar por siempre a mi lado, sembrando sueños en la resequedad de nuestras nostalgias viejas.
Hace mucho te lo pedí, ¿recuerdas?, y tú, con una sonrisa, me dijiste: "imposible". Entonces mi corazón se volvió azul violeta y se durmió en su cueva, invernando como un oso.
Sin remedio: el día que creímos lejano nos ha alcanzado y la luna taciturna guía nuestros pasos que nos separan y nos conducen por diferentes caminos; porque un día quise ser tu vida y no quisiste, y ahora que tú quieres, yo no quiero.
Adiós, cuídate.
Por lo poco que un día me quisiste, te agradezco.

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