martes, abril 18, 2006

MALDITAS PALABRAS


LOS ENAMORADOS BUSCAN LOS CIELOS NUBLADOS

Los enamorados buscan los cielos nublados
y las tardes sin sol con el corazón temblando.
Ellos no necesitan luz ni calor;
la luz les brota de las puntas de los cabellos
y el calor les surge desde todos los sentidos.
Cuando duermen sueñan que están despiertos,
abren los ojos, se arrepienten de abrirlos
y los cierran.
Cuando se bañan absorben la humedad por las uñas
y destapan el silencio plagado de sus angustias nocturnas.
Hay noches en que bajan al encuentro de ellos mismos
y juegan a no encontrarse:
se besan y se entretienen
contando los días en que han ido muriendo.
Cuando llueve se imaginan
que el cielo se viene hacia abajo,
que ellos llueven también
y que caen con el cielo.
Para ellos no hay más ojos que los suyos
ni más calaveras que las suyas.
En épocas de congojas
entierran sus uñas humedecidas
en la tierra de la verdad
que encuentran en la entrepierna de su cuerpo.
Cuando los enamorados se separan
-porque también se separan-
se arrancan los ojos de sus cuencas
y los guardan
en una caja cubierta de nomeolvides,
y se van a ciegas
después de haber dejado la voz,
los campos, los trinos y los reproches
para cuando desanden el camino y recuerden que son así
porque así quisieron ser.
Hay días en que se visten de tertulia
y se lanzan a la aventura;
pero van sin ojos y sin voz.
Los enamorados se rebelan
y rechazan los absurdos pensamientos
que luego hacen suyos.
Hay tardes en que se tienden en las hamacas de sus ilusiones
a esperar las noches con sus juegos,
con sus cielos nublados,
con sus angustias y sus reproches;
entonces duermen y sueñan,
cantan y esperan
entonando las oscuras melodías
de los encuentros y los adioses.

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