sábado, mayo 21, 2005

ANOCHE SOÑÉ QUE ME HABÍAMUERTO

Anoche soñé que me había muerto:
me vi rodeado de mucha gente
que me visitaba,

estando, yo, tendido
en una gran mesa de madera
(creo que era la del comedor de mi madre).
Me vistieron elegantemente
y no es raro,
a todos los difuntos los arreglan bien
para que Dios les haga su fiesta.
Mientras unos entraban otros salían de mi casa
(así es en la vida, nadie lo duda)
y se despedían de mí,
yo creo que deberían haber dicho:
hasta luego, al rato nos vemos;
y qué bueno que dijeran eso
porque no hay cosa más terrible
que estar solo,
aunque, en la vida, haya veces
en las que más valiera.
Pero ya en la muerte

es la peor de las angustias
(yo lo sé por mi sueño, por supuesto)
el pensar que no vas a tener, junto a ti,
en quien descargar tus frustraciones,
tus melancolías, tus envidias;
porque para eso buscamos a la gente,
si no, ¿para qué?
Una señora,

de las que rezan con cada uno de sus respiros,
le dijo a mi familia

que colocaran mis manos
sobre mi pecho,

de manera que se viera
que yo estaba en paz con todos,
en la muerte,
como nunca lo estuve en la vida.
Si de por sí ya estaba en guerra con mis pies
dentro de mis zapatos nuevos
que me lastimaban
(en serio, me lastimaban),
ahora más con las manos quietas,
me rebelé y las bajé del pecho;
entonces, disimuladamente,
la misma rezandera, quitó una agujeta
de uno de mis zapatos
y me las ató.
En ese momento comprendí
que ya no debía dar más lata
y tenía que dejar a los vivos
que hicieran con mi muerto
lo que fuera necesario

para que estuviera quieto
ya que, de vivo,
siempre anduve con el ojo alerta,
los pies sin caminos,
las manos sin viento.
Así que estuve muy tranquilo,
con los pies muy juntos,
con las manos quietas,
con mi pecho muerto
hasta que sonó la alarma de mi celular
y me regresó a este mundo
en el que, todavía,
nadie, pero nadie,
estará en paz conmigo
por esta mano que escribe
y por estos ojos
con los que todo veo.
(Creo que mi epitafio decía:
"El que nada tuvo, porque estuvo ciego")

Este texto, no sé si poema, lo dedico a todos mis amigos(as) que me han hecho el favor de leer mi página y que me han dedicado uno que otro recordatorio familiar por usar un tamaño de letra tan pequeño y colores tan chillantes. Les ofrezco disculpas y les prometo que trataré de no descuidar esos detalles, pero, por favor, no me dejen solo. Les pido, además, que me dejen algún comentario. Si no pueden hacerlo porque no hayan aprendido bien, como yo, el idioma de Shakespeare, entonces, por favor, envíenmelo a mi dirección:
jose_delgado9@hotmail.com
¡Sale, bay!

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