“Desde el CERESO…”
José I. Delgado Bahena
¿Qué pensabas? ¿Creíste que por haberme echado la tira encima para que me apañaran, te ibas a escapar de mí? Pues no, mira: he estado aguantando todo. Primero la “bienvenida” de los compas de celda, que se creen reyes nomás porque llevan más tiempo aquí, después la pinche comida que te ponen en un tambo a donde tienes que llevar tu “plato” que muchos hacen cortando un envase de refresco. Además, claro, de las pestilencias y los malos tratos de los malditos custodios que se ensañan con uno, como si ahí fueran a vivir siempre. Ah, y por si fuera poco, lo que tenemos que hacer para pagar por todo, hasta el pase de lista te cuesta.
Todo, todo eso lo aguanto nomás pensando en el día en que salga para buscarte y entregarte tu pasaporte, aunque tenga que regresar a este maldito lugar con una condena más grande, iré y te ayudaré a pasar el río y te empujaré al infierno, de donde eres, porque eres una bruja, una diabla, una perra del demonio.
Ya sé: dirás que soy un tonto porque te estoy poniendo sobre aviso con esta carta que mi camarada “El burro” me hizo el favor de darle a su vieja que vino a la visita conyugal. Pero no te preocupes, el mundo es chiquito y de una vez te digo: los toques que te voy a dar no te los quitará ni la méndiga de tu madre. Y si se puede pues hasta ella sabrá de mí.
De plano, te pasaste. Aprovecharte de que mi chamba como repartidor de periódico no nos daba lo suficiente y me sugeriste que me fuera de chalán con tu tío Chabelo para ayudarle a hacer sus trabajos de electricista y ahí aprendí mi mejor oficio. Sólo a él, a él sí le agradezco que me enseñó cómo hacer los cableados, las tierras y las corrientes, las instalaciones y los trucos para que los medidores no registren completo el gasto de la energía. Pero tú… ¿te tengo que agradecer que me hayas jugado chueco con ese wey que conociste en la escuela donde estudiabas la primaria para adultos?
¿Ya se te olvidó? Ya no te acuerdas que me dijiste: “Para no aburrirme, mientras vas a hacer tus chambas de electricista, yo entraré a estudiar en el INEA”.
¡Claro! Más que aprender, buscabas diversión y la encontraste con ese tipo, porque eres una cuzca. Ah, y tu maldita madre, la alcahueta, ¡hasta te cuidaba a nuestro niño! A ella no le haré nada, no la maltrataré físicamente, pero le dolerá más esta carta. Enséñasela. A ver si después puede dormir tranquila.
¿Crees que puedo olvidar toda la chinga que me llevaba ranurando paredes, cargando la escalera, haciendo zanjas mientras tú le dabas vuelo a tus instintos? Y luego: ¡en la misma casa!, donde los encontré haciendo sus porquerías.
Lo malo es que no llevaba más que desarmadores y las heridas que te hice no te mandaron al panteón, como yo quería; por eso pudiste escapar para echarme a la poli y me acusaste de intento de homicidio, lo que me costará una buena temporada aquí. Pero recuerda: “No hay plazo que no se cumpla…” Un día saldré y no te salvará ni el nuevo wey con el que estés, porque de seguro ya andas de caliente enredada en otros cuerpos.
Mientras, aquí estaré, aguantando, sobrellevando el ritmo de mis compañeros reclusos y de los custodios que por todo nos sacan dinero. Ni modo. Esta vida no la elegí. Ahora aprenderé a hacer cinturones para sacar algo de dinero para las cuotas y para la mota, que ya probé aquí y me gustó, porque todo cuesta. Todo hay, aunque lo dudes. Aquí conseguimos hasta tequila, pero cuesta más que en la calle.
Cuando salga te llevaré tu regalito. No te escondas, te encontraré donde estés para darte un encarguito. Por favor cuida tu perra vida, no quiero que te mueras antes de que salga de aquí de este lugar de readaptación al que me enviaste.
Escríbeme: jose_delgado9@hotmail.com
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