viernes, junio 02, 2006

EPISTOLARIO


PRIMERA JORNADA
2 de junio
Ya lo ves: a pesar de todo, te escribo. Hay un nube de mosquitos amarillos rondando sobre tu recuerdo que no termina por dejarme.
Un día te dije que el día que me dejaras mi vida terminaría; pero el bueno de Dios dejó un ratito su pleito con las estrellas y me envió una gota de rocío de su cabello para fortalecerme en mi soledad nocturna.
Hoy pensé en ti desde el amanecer y las palabras, como moscas, se me insinuaron golosas. Entonces, destapé el frasco de mis nostalgias y una a una las he derramado en este pedregal de corazones ciegos.
Por eso escribo sangre en lugar de lluvia y estoy en el desierto de mi vida sin luna. Un escorpión venenoso ha mordido mi cerebro y te pienso con llagas en la lengua y ceniza en los ojos.
Eso es todo.
Maldigo tu recuerdo rodeado de mosquitos y maldigo la noche que me enturbia el descanso.
Voy a sembrar este día en la tierra del olvido para que no me duela pensar que aún te quiero.

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