lunes, mayo 22, 2006

XOCHITONALLI
(Energía de las flores)

Hay días en que por alguien se piensa...
Entonces, a propósito del día “De la mujer proletaria”
se me ocurre que, estas mujeres,
son el producto de sus aconteceres.
No son las mujeres libertarias, o liberadoras,
como creen serlo.
Son mujeres que intentan la mutación tumultaria
y demandan
y exigen noches resplandecientes.
Así ocurre:
surgen, brillan, estallan y sueñan.
Se tienden juntas, en sus hamacas,
para recuperarse y trasplantarse el corazón estrella
para después hundirse en un sol atónito,
ingenuo,
desesperadamente despierto.
Luego, en el centro de sus consentimientos,
aceptar en desandar, a tientas, corriente arriba,
con los pies metidos
en el charco de sus apreciaciones.
Ellas son íntimas y señalan su ruta silenciosa
hacia la meta punzante.
Son proletarias a medias.
Quieren ser de tres cuartos, pero no de tiempo,
de rencores.
Cuando gritan no hay ética, pudor o inteligencia;
sólo cumbres extremas de madurez y misterio.
Por las tardes lloran con su mente ajena
a las acusaciones de sus transcurrires;
lloran amando la luz, la noche, el frío,
el tiempo, el color, los amigos y los enemigos
con una dualidad posible, compaginada y plena.
Así son.
En el tiempo de la cercanía
se alejan
para regresar envueltas en la cotidiana costumbre
de ser incompatibles a la necesidad del macho.
Ellas mismas son historias inconclusas
de su realidad fantástica.
Vecinas democráticas, plurales y pobres.
Mujeres diferentes,
con cien ojos y cincuenta lenguas:
tan propias y tan ajenas.

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