lunes, diciembre 12, 2005

EL ESPEJO DE LA TORTUGA


"Los reflejos son aire y van al aire", me dijiste, y te metiste entre mis brazos, temblorosa. Yo levanté la vista y sólo vi los rayos de la luna que se colaban por una rendija que se abría en las cortinas de mi cuarto. Era de madrugada, habías vuelto a mi ventana gritando mi nombre con el tono mismo con el que lloran las tortugas y yo no tuve màs remedio que encender la luz de la calle para que sin miedo cruzaras el umbral, no de mi casa, el de mi alma.
Trescientos sesenta y cuatro días hace que una mano, la tuya, rozó un brazo, el mío, y se entrelazaron dos chispas que hicieron germinar nuevas estrellas en el espacio abierto de nuestro firmamento.
Yo no entendí bien tus palabras de aquel día cuando dijiste: "Tu frente es un espejo" y me perdí buscando el significado efímero de esta expresión tan profunda. Sólo te sonreí y seguí tus pasos bajando y subiendo escaleras de un pasaje cualquiera. Cuál era poco importa.
Por eso, hoy que llegaste protegida con la envoltura plateada de los rayos de la luna, he recordado aquel encuentro, el primero, para el que ni tu ni yo estábamos prevenidos y dejamos que nuestras miradas fueran espejos en los que los reflejos se repetían en interminable procedencia.
"Entre tus brazos me siento protegida", expresaste deslizando cada letra por el borde de mi almohada hasta incrustarse en mis oídos, y el espejo de tortuga que me regalaste el primer día te devolvió una imagen nítida de confianza y de ternura.
Yo no sabía, hasta hoy, que para ti el aire devuelve los reflejos dispersos y los sintetiza en una frase: "el no olvido".
En cambio, tú lo has sabido siempre. De manera que, cuando decides que es tiempo de convertirse en leña de otra hoguera, envuelves tus ojos de tierra en el arcoiris de la luna, te deslizas por debajo de las sábanas de mi cama y con tus plateadas manos me regalas un beso del "no olvido", y con los pies descalzos, como flotando entre la bruma de la noche, escapas hacia el silencio del espejo que llevas en el pecho. Mientras desapareces sólo se escucha una melodía que cantas enternecida: "Los reflejos son aire y van al aire, la luna es mi fortuna y la esperanza mi madre..."
Por eso, hoy no pienso si mañana serás laguna, pan de mesa o lluvia nueva; sólo te siento palpitar junto a mi pecho mientras tu aliento alimenta mis pulmones y renazco desde mi cobardía para ya no recibirte, en vigoroso roble que te protege entre sus ramas; porque este reflejo del amor nuestro, algún día será tan sólo aire e, irremediablemente, desde el fondo del espejo, se perderá, como todos los reflejos, en el aire.

CON CARIÑO PARA MI SOBRINA DENISSE GARCÍA DELGADO QUIEN ME HA HALAGADO CON SU COMENTARIO Y DICE QUE LE GUSTARÍA ESCRIBIR COMO YO. ESPERO QUE TE GUSTE NENA.
José I. Delgado Bahena jose_delgado9@hotmail.com

1 comentario:

zel cabrera dijo...

Wow, he quedado fasinada con esos tan bellos renglones José...

" y aqui vengo cunado la inercia quiera deborarme!"

muxos saludos