viernes, diciembre 30, 2005

CORREO PARA MARCO

No sé quién es, pero sé qué es: un amigo.
Sí, porque te habla con la verdad y te desea cosas buenas. Me escribió para felicitarme y logró que me sintiera más vivo de lo que la vida me permite. Me ofreció sus palabras y le ofrezco mi agradecimiento.
No sé quién es. Lo encontré un día en este medio electrónico y le creí en sus conceptos. Algún día contaré su historia. Por lo pronto les regalo mi respuesta a su correo. Ojalá lo lean. Feliz año a todos.
Órale Marco, gracias por tus buenos deseos. Fíjate que en muchas ocasiones me pregunto si lo que para unos es un misterio para otros es una revelación. Bueno, lo que quiero decir es que hay veces en que tenemos que profundizar en los hechos, en las ideas y hasta en las cosas para interpretar todo lo que vemos, decimos, hacemos o pensamos.
Por ejemplo: me gusta mucho hablar sobre mi muerte. Tanto en los cuentos, poniendo en boca de mis personajes mis ideas, como en los poemas que, definitivamente, proyectan la dimensión exacta de las emociones por las que pasamos o sentimos. Sin embargo, creo que es muy natural que los seres humanos le temamos a la muerte, aunque es de todos conocido que el mexicano se burla de ella.
Pero bueno, al hablar de la muerte creo que trato de desalojar el miedo que acobarda a mi corazón para que se atreva ilusionarse aún cuando parece que ya debemos dejar los pies quietos y los sueños en su caja de melancolía. El hablar de la muerte, o de mi muerte, es para mí como una preparación para llegar a esa circunstancia, por la que todos tenemos que pasar, con la espada de los buenos recuerdos en la mano derecha y con el morral de los afectos en la izquierda.
Porque creo que para eso vivimos: para amar y para construir recuerdos buenos. Si no es para eso, ¿para qué?
Ya sé que a través de la historia la humanidad ha dado muchos ejemplos de que en realidad no somos tan inteligentes, ya que nos gastamos las horas en odios, guerras, rencores, destrucción y muerte. Muerte, en lugar de vida. Y nadie escapará de la muerte pero se empeñan en escapar de la vida.
En fin, Marco, espero que no te haya enredado en estos conceptos ciegos que nacieron de la pesadumbre que me causa el cumplir un años más de vida (¿o menos?) y no estar seguro de haberlo aprovechado al máximo, con todas mis potencialidades.
Gracias por tus felicitaciones y por tus consejos. Sé que lo haces con la mejor intención y con el corazón en la mano. Trataré de que mis oídos ya no estén tan ciegos y puedan disfrutar del silencio en el grito de la noche que se anuncia en la penumbra de mi vida.

Con afecto: José I. Delgado Bahena

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