Hoy quise escribir sobre este tema pero no para recrear el lenguaje, citar frases célebres o desarrollar un texto filosófico, sino para mencionar que, gracias a Dios, la vida me ha regalado con la amistad de mucha gente que siento su afecto muy cercano a mi corazón. Espero que nadie se sienta menospreciado, porque no voy a escribir los nombres de tantos amigos y grandes amigas que he tenido, y tengo aún, desde mi niñez hasta esta edad que se me ha permitido vivir.
Pero me permitiré una mención porque esta persona que les voy a presentar es, sin duda, una mujer fuerte, agradable, sincera, apasionada, rebelde, eterna, casual, formal, razonadora, libre, hormiga de su casa, leona de Dios, luna llena, enramada de sueños, pan de luz y, sobre todo, amiga, de las mejores, sin duda.
Ella fue maestra de escuela primaria (ahora jubilada) y se ocupa, en la actualidad, de vivir su jubilación empleando el tiempo de la mejor manera que se le puede ocurrir a un ser humano: en ella misma.
La conocí hace veintitantos años y desde entonces, como siempre, ha estado aquí (señalando mi pecho) en un lugar especial en mi corazón junto a muchas otras personas de las que hablaré en otra ocasión.
Recuerdo María..."Oye, Ino, ¿qué quieres: que te dé un beso o que te invite un café?" ¡Dame un beso María! "Claro, aquí tienes: un sabroso dulce que se llama beso". Pinche María, ¿y si te hubiera aceptado el café? "Fácil, aquí tienes un dulce con sabor a café".
Hace veintitantos años, ¿no María? Y mírame, aún esperando ese beso tuyo, con tu boca chiquita pero pródiga en palabras.
Así es, me refiero a María de Jesús Márquez, amiga fiel, confidente, baúl de mis nostalgias, simplemente amiga.
Quienes la conocen la aman. Quienes han oído su voz ronca, de matrona andaluza, no niegan el cosquilleo que han sentido en la piel al sentir desilzarse entre sus oídos los gusanos vibrantes del tono de su voz.
Y tiene amigos, de los buenos, y amigas de las mejores, ¡qué orgullo el saber que cuento con su afecto!
También escribe. Tiene en sus manuscritos la historia se su vida narrada en amenas anécdotas. Se niega a publicarlas, argumentando que no tienen valor literario y pretende ser su mejor crítica. Creo que en ello asoma lo poquito de egoísmo que Dios le regaló. Ojalá algún día permita que otros disfruten de esos textos de vida que ella tiene.
Esto es lo que quise escribir sobre la amistad hablando con un ejemplo tan lúcido y humano como es mi amiga MARÍA DE JESÚS MÁRQUEZ.
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