Tu nombre me es ajeno,
en cada letra hay espinas;
es una puerta cerrada
y no sé qué es lo que encierra,
le han llovido cenizas
y atardeceres violentos
que cortan las amapolas
de los tallos del silencio.
Cuando leo esa palabra
crece en mí la cruel sospecha
de que es otra persona
la que habita en tus recuerdos
humedeciendo tus ansias
y mordiendo tus deseos.
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