Extraño
tu mal humor de la mañana
las caricias salvajes
y el café del alba...
¿Cuánto más estarás en mi nostalgia?
¿En la frialdad de esta celda
en la aridez del patio
y el golpe del portón?
¿Cuelgan aún mis recuerdos
en las paredes de la casa?
¿Platican nuestros fantasmas
y se hacen el amor?
¿Todavía
recuerdas mis pasos
mi agrio carácter
y la forma en que te amé?
Este poema es de la autoría de mi amigo Jesús Jiménez Ochoa y lo he incluído aquí como reconocimiento al premio que acaba de ganar: "XII Concurso Nacional de Poesía Salvador Díaz Mirón", con su poemario "Descubrimientos!. El jurado de este concurso estuvo integradopor Carmen Alardí, Thelma Nava y Saúl Ibargoyen. De verdad que es un orgullo tener en mi humilde espacio las letras y el talento de mi amigo. Espero que les guste. Trataré de compartirles algo más de su poemario.
POEMAS, CUENTOS, COMENTARIOS, SUEÑOS...
sábado, diciembre 30, 2006
domingo, diciembre 10, 2006
EN MI CASA HABITASTE
En mi casa habitaste
y dormiste en mi almohada,
te canté las canciones
que tanto te gustaban,
caminé tu camino
y lloré tus nostalgias,
me perdí en las tinieblas
de tu risa mojada,
fui tu perro fiel
que tu espalda cuidaba,
hice nudos irrompibles
con las trece palabras
que escribiste con sangre
en el fondo de mi alma,
le di vida a un poema
con luces de esperanza,
te abracé con ternura,
te regalé mis ansias;
era tuya mi vida
y eran mías tus ganas,
hoy no vienen tus pasos
ni habitas en mi casa
porque con estos versos
nuestra historia se acaba.
Bueno, ni modo; este es un poema que salió así: con una rima bárbara. Espero no insistir tanto en esto. Mientras tanto te comparto que estoy escribiendo una novela que casi termino; quiero registrarla en este mes y publicarla en el próximo. Estoy muy emocionado, siento que estoy haciendo algo muy padre y por eso lo comparto contigo que me lees, porque sé, además que, como yo, gustas de la literatura.
Te recomiendo también que abras los links que aparecen a la izquierda de este espacio, son páginas de amigos en los que puedes encontrar muchas cosas diversas e interesantes.
Ojalá puedas dejar algún comentario.
Gracias por tu visita.
En mi casa habitaste
y dormiste en mi almohada,
te canté las canciones
que tanto te gustaban,
caminé tu camino
y lloré tus nostalgias,
me perdí en las tinieblas
de tu risa mojada,
fui tu perro fiel
que tu espalda cuidaba,
hice nudos irrompibles
con las trece palabras
que escribiste con sangre
en el fondo de mi alma,
le di vida a un poema
con luces de esperanza,
te abracé con ternura,
te regalé mis ansias;
era tuya mi vida
y eran mías tus ganas,
hoy no vienen tus pasos
ni habitas en mi casa
porque con estos versos
nuestra historia se acaba.
Bueno, ni modo; este es un poema que salió así: con una rima bárbara. Espero no insistir tanto en esto. Mientras tanto te comparto que estoy escribiendo una novela que casi termino; quiero registrarla en este mes y publicarla en el próximo. Estoy muy emocionado, siento que estoy haciendo algo muy padre y por eso lo comparto contigo que me lees, porque sé, además que, como yo, gustas de la literatura.
Te recomiendo también que abras los links que aparecen a la izquierda de este espacio, son páginas de amigos en los que puedes encontrar muchas cosas diversas e interesantes.
Ojalá puedas dejar algún comentario.
Gracias por tu visita.
martes, diciembre 05, 2006
ABRI MIS BRAZOS
Abrí mis brazos para decirte adiós
y volar sobre la luna,
entre las estrellas,
en solitario.
La noche enfriaba y yo, temblando,
te dije adiós;
tú sonreíste con una mueca de tristeza
en tus benditos labios.
Nos besamos aún, y abrí mis brazos
para dejarme llevar
por el aire fresco de la noche.
Sólo me llevé tus ojos
incrustados en la melancolía
de mis manos,
y la tersura de tu voz
embarrada sobre el sueño no cumplido
que los dos forjamos.
Y en el mismo lugar (¡qué ironía!)
donde nos encontramos,
te dije adiós y abrí mis brazos
porque otros ojos, color de miel,
me estaban esperando.
Dedico este poema para mi amiga Zandra (con zeta) Caballero, por los buenos recuerdos.
Abrí mis brazos para decirte adiós
y volar sobre la luna,
entre las estrellas,
en solitario.
La noche enfriaba y yo, temblando,
te dije adiós;
tú sonreíste con una mueca de tristeza
en tus benditos labios.
Nos besamos aún, y abrí mis brazos
para dejarme llevar
por el aire fresco de la noche.
Sólo me llevé tus ojos
incrustados en la melancolía
de mis manos,
y la tersura de tu voz
embarrada sobre el sueño no cumplido
que los dos forjamos.
Y en el mismo lugar (¡qué ironía!)
donde nos encontramos,
te dije adiós y abrí mis brazos
porque otros ojos, color de miel,
me estaban esperando.
Dedico este poema para mi amiga Zandra (con zeta) Caballero, por los buenos recuerdos.
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