NO BASTAN DIECISIETE NOCHES PARA OLVIDARTE
Ayer acomodé tus cosas
en el apartamento
y comencé por encajonar
tus fotos y videos,
tus discos,
los recuerdos...
Sólo un libro dejé sobre el buró,
no sé si para leerlo
o para que no te olvide
y mi memoria tenga un pretexto.
Guardé también las lunas y las estrellas
que, en las oscuras noches,
me traían la luz de tus ojos tibios y serenos;
y a la basura tiré las cartas
en las que dibujaste
tus labios frescos.
No sé por qué me engaño
haciendo todo esto
si lo que más me estorba
es una río de fuego que me quema la sangre
y muerde mi silencio;
porque te amo aún
de la misma manera,
con este amor secreto que fue nuestro misterio,
y mi corazón te llora
con el más terrible de todos los lamentos
y sé que es muy tonto,
podré quemar tus fotos
o escupirle al viento el sabor de tus besos,
podré también encerrarme a llorar,
diecisiete noches,
como perro sin dueño,
y no podré jamás, lo tengo claro,
sacarte de mi mente y de mi corazón
hasta que el frío de la muerteme congele los huesos.
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